A lo largo de la historia de la humanidad el sentido de la vista ha prevalecido sobre el resto. Hoy más que nunca, en un mundo donde las imágenes nacen siendo fantasmas, que diría George Didi-Huberman, nuestra relación con ellas se ha vuelta “extraña”. Tocamos las imágenes con los ojos, como si estos fueran una extensión carnal de nuestras manos. Cartografía de los sonidos plantea una disociación entre imagen y sonido que lleve al espectador a cuestionarse sobre los límites y las posibilidades de las percepciones sensoriales, ampliándose así los referentes de la cultura visual que condicionan los afectos del ser.